En años de estudios y trabajo se
convirtió en gran especialista en V.S.V. y aterrizajes nocturnos, hizo
profundos estudios sobre la forma de guiarse por las sombras y las
proyecciones de los árboles y otros obstáculos y planeos en distintos
tipos de aviones, preparando los aeródromos para esta clase de vuelos.
Su vida aeronáutica,
de una intensidad espectacular comienza al ser nombrado
el 30 de marzo de 1925 para realizar el Curso de piloto
en la Escuela Civil de Albacete, continuando la transformación
en septiembre, como miembro de la 27 promoción
de los Pilotos Militares en Cuatro Vientos. Desde
su primer destino como aviador en Melilla, en febrero
de 1926, se integra en un grupo de pilotos de gran
categoría como profesionales y como aficionados
a todo lo aeronáutico, como Pedro Tauler, Joaquin
García Morato, Luis Zubieta, Cipriano Rodríguez
"Cucufate", Rogelio Azaola y Álvaro
García Ogara con los que mantuvo una amistad
entrañable toda su vida.
En julio y agosto de 1926 realiza el curso de piloto
de hidroaviones en los Alcázares.
Al finalizarlo vuelve a Melilla y continúa
con su labor hasta el final de la campaña,
demostrando siempre ser un oficial y aviador pleno
de espíritu de sacrificio, enorme resistencia
física, valor y pericia, realizando a la vez
cursos de paracaidismo, radiotelegrafista y mecánico
de aviación, cualidades que va a ir incrementando
a lo largo de su vida.
Se le podía considerar
un pintor aficionado de cierta categoría y había
practicado la cerámica, tocando el Laud aceptablemente.
Era una persona con sensibilidad artística, amante
de las artes, hablaba francés e inglés y asistía
asiduamente a todos los conciertos que podía. Incansable
en Tablada, en el periodo que mandaba una escuadrilla para
adquirir más preparación, todos los pilotos
de la misma se transmitían entre si en "morse"
el Quijote. Todos eran radiotelegrafistas. La mayor parte
sabian navegación astronomica y manipulaban el sextante,
andaban de cabeza, dejando distracciones familiares, para
dedicarse a la aviación. (Revista aeronáutica
nº282 y Astronomica).
Haya era, sin duda, un hombre imaginativo que con pequeños
detalles solucionaba fácilmente algunos problemas
de forma ingeniosa en algunos casos; lanzando los viveres
y provisiones en el Santuario de la Virgen de la Cabeza
con una cuerda desde la cabina hasta un cencerro que era accionado
por el comandante y que al sonar al lado de los soldados,
estos tiraban los paquetes a mano desde la puerta trasera.
En una ocasión, Ruiz de Alda lo invitaba a seguir
su ejemplo, abandonando la Aviación para dedicarse
a la política en aquella España inmediatamente
anterior a 1936.
Le contestó que era tanta su afición a todo
lo aeronáutico que por nada del mundo dejaría
esta profesión. Todo eso revela su entusiasmo y la
gran dedicación que durante toda su vida le dedicó
a la actividad aérea.
Hombre pundonoroso, con un
alto sentido del deber y de la honorabilidad, todo ello
le llevó siempre a rechazar tratos dudosos. Su espíritu
deportivo fue demostrado en un sin numero de ocasiones,
a veces unido a un elevadísimo sentido de la responsabilidad
y del deber.