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INTEGRAL GIROSCÓPICO. |
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Integral Giroscópico Haya. |
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Interior de una cabina de avión
con el Integral Giroscopico Haya en el centro. |
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Panel de instrumentos del "Cuatro Vientos" con los indicadores de motor y
combustible: brújulas, integral de vuelo, altímetro, variómetro, velocímetro y además los mandos de radiador y
trasvase de combustible. |
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El Teniente Coronel Herrera examina
el Integral de Vuelo Haya junto a un técnico
alemán y el ingeniero sr. Escribano. |
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Artículo sobre el Integral publicado por el diario AS el 18 de Octubre de 1.932. Primera página. Fotografía del Integral y fotografía de avión volando con capota. |
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Artículo sobre el Integral publicado por el diario AS el 18 de Octubre de 1.932. Segunda página. Fotografías de presentación del Integral con Herrera y detalle de cabina con capota. |
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Carlos de Haya y sus alumnos del segundo curso de Vuelos sin Visibilidad Exterior. Foto firmada por los asistentes. |
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Carlos de Haya y sus alumnos del tercer curso de Vuelos sin Visibilidad Exterior. Foto firmada por los asistentes. |
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Relato de Muntadas sobre la ayuda que le ofreció Carlos de Haya gracias a su integral. |
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Cubierta de la patente del Integral Giroscópico "Patente Haya" de 1933. |
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Planos para la solicitud de patente del Integral Giroscópico. |
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Anotaciones del Capitán Haya sobre multiples aspectos del vuelo instrumental, visual, nocturno y experimentos personales. |
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Portada cuadernillo para impartir cursos de vuelo sin visibilidad con pensamiento del Capitán Haya. |
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Carta de un estudiante de Aviación en California en el año 1933. En este año, ya se conocía el Integral Giroscópico en Estados Unidos. |
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Pulsa sobre las fotografías para
ampliarlas. |
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LA CREACIÓN DEL INTEGRAL. |
El mismo decía
de su invento que era una cosa muy sencilla, “el
huevo de Colón”, juntar dos cosas sencillas
y completar una idea simple y utilísima. Naturalmente
que desde el primer ejemplar hasta los últimos,
el Integral Giroscópico, que es como él
gustaba llamarlo, sufrió algunas modificaciones
poco importantes y fue evolucionando en aspecto y mejorando
su presentación y adaptación a los paneles
instrumentales en los que tenía que ir montado.
La mejor descripción del Integral,
nos la ofrece un artículo, cómo no, de nuestra
Revista Aeronáutica de marzo de 1933, que lamentablemente
no aparece firmado, aunque es indudable que la información
la proporciona alguien muy conocedor del vuelo instrumental.
En él se explican con claridad las necesidades
de instrumentación e indicaciones para el vuelo
en todo tiempo, con una sencillez que no podríamos
mejorar hoy día, en tiempos de las cabinas de cristal
o Glass Cockpits, con sus EFIS (Electronic Flight Instrument
System), ECAMS, FADEC y demás instrumentos presentados
a través de CRT´s.
“Basado el vuelo sin visibilidad
en la necesidad de sustituir las sensaciones oculares
que permiten al piloto darse cuenta de la posición
de su aeroplano, respecto al horizonte, por la lectura
de las indicaciones suministradas por instrumentos que
señalen esta misma posición, y las variaciones
que ésta sufra, con relación a diversos
ejes, su técnica ha evolucionado lentamente debido
a la necesidad de idear y poner a punto aparatos delicados
y sensibles, cuyas indicaciones han de ser a la vez, exactas
y claras; sin que hasta el momento presente pueda considerarse
este problema como definitivamente resuelto. Actualmente
el pilotaje de un avión sin visibilidad exterior,
exige atender a los siguientes instrumentos:
Estabilidad de Ruta . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . Indicador de Viraje Brújula
Estabilidad lateral . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . Nivel transversal de bola
Estabilidad longitudinal . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . Variómetro
Anemómetro
Nivel de pendiente longitudinal
Numerosos vuelos nocturnos y de larga
distancia, entre los cuales destacan sus records internacionales
sobre base de 2.000 y 5.000 km (de los que conserva este
último) y el de Sevilla a Bata (Guinea), apreció
la necesidad de resolver el problema del vuelo sin visibilidad,
y tuvo ocasión de practicar repetidamente el empleo
de los instrumentos que servían para facilitarlo,
llegando a concebir uno más completo y perfecto,
cuya idea ha fraguado en la construcción del integral
giroscópico que lleva su nombre”.
“ En la esfera de este instrumento
aparece un pequeño aeroplano proyectado sobre un
fondo en que están representados el cielo y la
tierra, separados por una barra que hace las veces de
horizonte artificial. La figura del avión se desplaza
a un costado u otro, sube, baja y se inclina lateralmente
en la misma forma que el aeroplano sobre el que vaya montado
lo haga respecto al horizonte natural. De esta manera
el piloto a la vista solamente de este instrumento puede
accionar sobre sus mandos del mismo modo que cuando ve
el horizonte mismo”.
“El Integral Giroscópico
que describimos está constituido por los siguientes
elementos:
1. Un horizonte artificial giroscópico,
por medio del cual se conoce la inclinación longitudinal
y la inclinación lateral del avión.
2. Un giróscopo de dos grados de libertad (indicador
de viraje), que acusa los desplazamientos laterales del
avión.
3. Un nivel de bola, frenado por líquido, que permite
conocer si el viraje es o no correcto.
“El horizonte artificial está
constituido por un giróscopo de tres grados de
libertad, que acciona una barra, la cual materializa el
horizonte natural. La rotación de este giróscopo
se obtiene por la depresión obtenida en el interior
del cárter por medio de dos aspiradores de trompa
de Venturi, que obligan a que el aire penetre en forma
de chorro violento, golpeando sobre los álabes
de la trompa, lo cual determina la rotación rápida
de ésta. La construcción de este horizonte
artificial permite acusar elevaciones y picados del aeroplano
hasta 60 grados e inclinaciones laterales de 100 grados
a un lado y otro de la horizontal.
El indicador giroscópico de viraje
lo forma una trompa giroscópica que gira en una
caja longitudinal montada sobre bolas, la cual tiende
a inclinarse a derecha e izquierda cuando el avión
se desplaza a la izquierda o a la derecha. Esta caja por
medio de una pequeña biela desplaza la figura del
avión visible en el centro del instrumento en la
misma dirección que lo haya hecho el aeroplano
y por medio de un resorte vuelve al centro cuando éste
vuelva en línea recta. La rotación de la
trompa se obtiene del mismo modo por medio de la depresión
que existe en el interior de la caja que une los dos giróscopos
y por un inyector recibe un chorro de aire violento que
golpea los álabes periféricos de la trompa,
originando la rotación rápida de la misma.
“El nivel de bola, que sólo
es de utilidad en los virajes para conocer el grado de
inclinación del aeroplano con relación al
que correctamente debe guardar, está constituido
por un tubo de vidrio combado hacia la base, lleno de
un líquido amortiguador, en el cual se mueve una
bola de acero que obedece en la forma de un péndulo
a las acciones simultáneas de la gravedad y de
las fuerzas centrífugas de virajes que definen,
como es sabido, la puede utilizar esta llave con objeto
de poner en marcha separadamente los giróscopos,
facilitando así la pronta utilización del
mismo.
“El dispositivo de aspiración
tiene dos trompas aspiradoras de Venturi unidas con canalizaciones
independientes de la caja del instrumento por cuyo medio
se crea una depresión y la corriente de aire que
mueve los dos giróscopos penetra por dos entradas
distintas. Con sólo una de estas trompas basta
en vuelo para mantener la marcha de ambos giróscopos.”
Para aquella época y también
para ésta, la tremenda simplificación que
suponía este auténtico Horizonte Artificial,
mas Indicador de Virajes, se evidencia en estos comentarios
sobre sus ventajas:
- El conocimiento por un solo indicador
de todos los movimientos que realiza el avión,
de tal modo, que el piloto con una sola lectura puede
darse cuenta de la postura en que vuela.
- El tener un horizonte artificial semejante al natural,
lo que permite que este instrumento pueda ser utilizado
por un piloto cualquiera, sin necesidad de que haya seguido
un curso, etc.
- Aparte de la rapidez del entrenamiento y de la importante
economía que por ello se obtiene, la gran semejanza
del horizonte artificial de este integral giroscópico
con el natural hace también aumentar la confianza
del piloto y consigue que el vuelo sin visibilidad resulte
a este tan agradable como cuando ve el horizonte natural.
- Mide giroscópicamente la pendiente longitudinal.
Por medio de una manecilla hace variar la postura de la
caja, y, por tanto, la del pequeño aeroplano respecto
al horizonte artificial, cuyas variaciones se miden de
grado en grado hasta una inclinación máxima
de subida o descenso. De este modo el piloto al volar
va enrasando las alas del aeroplano con el horizonte artificial
y para subir o bajar con una inclinación determinada,
no tiene más que mover la manecilla colocándola
en la división correspondiente al número
de grados de subida o descenso que se quiera tomar, enfrente
del índice que está marcado en la caja.
Una vez efectuado esto le bastará seguir haciendo
coincidir la figura del pequeño avión y
el horizonte artificial, para asegurarse que el vuelo
va efectuándose con el número de grados
de inclinación que ha marcado el piloto.
- Disminuye la fatiga y elimina el vértigo que
proviene de la atención continua en los instrumentos
de vuelo cuando no existe entre estos semejanza con el
horizonte natural, lo que motiva que las sensaciones falsas
de equilibrio que se reciben y que están muchas
veces en contraposición con las indicaciones que
dan los diversos instrumentos, originen una confusión
en el cerebro, centro de nuestro sistema de equilibrio,
lo cual produce el vértigo y la pérdida
de confianza en las maniobras que hay que efectuar.
- Este instrumento es doblemente seguro respecto a cualquier
otro giróscopos corriente, pues basta que funcione
uno solo de los giróscopos para que con el otro
pueda seguir su vuelo normalmente combinándolo
con los demás indicadores. De este modo, si el
horizonte artificial no funcionase por algún motivo,
el pequeño avión figurado se utilizaría
como un indicador de virajes, y en combinación
utilizaría como un indicador de virajes, y en combinación
con el nivel transversal de bola y demás instrumentos
podría seguir el vuelo sin visibilidad; y si el
indicador de virajes fuese el averiado continuaría
el vuelo por medio del horizonte artificial y la brújula.
Esta condición de seguridad, que debe exigirse
en los instrumentos giroscópicos de vuelos sin
visibilidad, es sumamente importante, porque si el piloto
que vuela en estas condiciones sufriese alguna avería
en aquellos, terminaría en una barrena abierta
como se ha demostrado teórica y prácticamente.
El vuelo sin visibilidad cuenta ya con algunos accidentes
por dicha causa, y en este instrumento esta condición
de seguridad ha sido estudiada cuidadosamente, pudiendo
decirse que hoy día es el indicador para vuelos
sin visibilidad que más condiciones de seguridad
reúne.
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LA MAYOR SIMPLICIDAD |
El modo de empleo de este
instrumento es sumamente sencillo. El piloto, con el movimiento
necesario de los mandos, debe procurar que el pequeño
aeroplano del integral de cuelo conserve, con respecto a
la barra que representa el horizonte, la postura correcta
para ejecutar el movimiento que desea, según aparece
en la figura que ilustra estas páginas, en la que
pueden verse las diferentes indicaciones que suministra
el integral durante las principales evoluciones del avión.
Los movimientos que hay que efectuar con los mandos son
los mismos que se harían si se observase el horizonte
natural.
La sensibilidad del instrumento puede graduarse
por medio de la llave que regula la entrada de aire a los
giróscopos, evitándose así, que las
indicaciones sean desproporcionadas a los movimientos que
realiza el avión.
Los demás indicadores de a bordo
se utilizan de la misma manera con el integral giroscópico
que cuando se vuela normalmente.
El integral de vuelo “Haya”
ha sufrido ya numerosas pruebas en vuelo, durante el curso
de las cuales ha puesto de manifiesto las grandes ventajas
anteriormente descritas, demostrando que es un aparato perfectamente
puesto a punto y en condiciones de prestar una espléndida
ayuda a la navegación sin visibilidad exterior.
En fecha tan temprana como el 5 de junio
de 1929, tiene nuestro hombre anotado un vuelo de Cuatro
Vientos a Sevilla y de allí a Los Alcázares
en los que figura la información “Vuelos con
aparatos de experimentación”. Poco más
tarde, a finales de 1930 y comienzos del 31, ya está
experimentando con el más primitivo Integral montado
a bordo del Loring R-III, biplaza de reconocimiento adaptado
al vuelo instrumental, en vuelos continuos “con caperuza”
y metido en nubes.
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EXPERIMENTACION PERSONAL |
En el Primer Curso de Vuelo Sin Visibilidad,
en noviembre de 1931, para los profesores de la Escuela
de Pilotaje de Alcalá de Henares, Haya, como Profesor
de vuelo sin visibilidad de la escuela, continúa
utilizando y perfeccionando el integral ya montado en dos
aviones Loring R-III y dos De Havilland DH-9 Hispano. Realiza
“sin perjuicio del servicio” el Raid Sevilla-Bata
el 24 de diciembre de ese año, pero en abril de 1932
ya está de nuevo llevando adelante el 2º Curso
de VSV en Cuatro Vientos y Alcalá de Henares para
alumnos. En mayo y junio continúa realizando vuelos
en capucha y nubes, investigando personalmente la salida
de posiciones anormales y barrenas con el empleo del integral,
técnica que él mismo describe en otro texto
que más adelante citaremos, y que él contribuyó
a diseñar y perfeccionar.
También investiga la técnica del despegue
con caperuza, le dedica numerosos vuelos a la “entrada
en barrena y establecimiento”, a bordo del HD-9.166,
llevando como observadores y pilotos de vigilancia al Comandante
Jordana, y frecuentemente a Ferreiro, Llorente, Azcárraga,
Muñoz, Pazó y Vela.
Las pruebas finales con el Integral Giroscópico
se llevaron a cabo del 10 de noviembre del 32 al 22 del
mismo mes, utilizando el Loring R-III.88 y a partir del
9 de diciembre con Pazó para presentar el Integral
ante la Comisión Examinadora nombrada al efecto.
Ese mismo día vuela 25 minutos más en el R-III.88
con el Teniente Ponte y durante el resto del mes 32 vuelos
más en Sevilla con los Capitanes Gudín, Ordiales,
De Arce y Con el Comandante Barrón.
Una vez que el Integral Giroscópico estuvo “certificado”
y en proceso de obtención la patente correspondiente,
que solicitó y obtuvo a través de la empresa
Telmar de Madrid (que más tarde pasó a ser
propiedad de Marconi), comenzó a montarse en diferentes
aeroplanos y a suscitar el interés de propios y extraños.
La Marina de Guerra a finales de febrero de 1933 manifiesta
su interés en el instrumento para ser montado como
dotación en los hidroaviones de la Escuadrilla Martynside,
y se piensa en la posible aplicación del integral
a la instrumentación de los submarinos para su uso
en inmersión.
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PRUEBAS EN LA AVIACION NAVAL |
Como fruto de esas inquietudes, en diciembre
de 1933 aparece en la Revista General de la Marina, noticia
sobre el Integral Giroscópico “Haya”,
en el cual detalla el indicador citado por el aviador español
para el vuelo “ciego”, y que suministra al “conductor
de un aeroplano indicaciones para conocer en todo momento
la posición de su aparato con respecto a la vertical
verdadera y corregir, por tanto, las anormalidades, que
de otro modo le serían desconocidas”. Hace
a continuación una breve pero precisa descripción
del instrumento.
Pero no cabe duda que el interés de la Marina pro
el Integral no era superficial, como se demuestra por las
pruebas que el Teniente de Navío Aviador Antonio
Alvarez-Osorio realizó personalmente con Carlos de
Haya, y cuyo informe, curioso y muy detallado y explícito,
aparecía en la Revista General de la Marina de abril
de 1934.
El texto comienza con la transcripción de ciertos
párrafos de un informe elevado a la Dirección
de Aeronáutica Naval por la Base Aeronaval de San
Javier en la que se clarifica la necesidad de lo que entonces
se llamaba en instrumentos un Controlador de Vuelo, que
agrupase las indicaciones que entonces se ofrecían
al piloto a través de grupos de 6 a 8 o más
instrumentos, llenos de escalas numeradas, circulares o
lineales, dispersas y diferentes. La lectura e interpretación
rápida y frecuente de todos estos indicadores era
una labor sobrehumana, que llevaba al cansancio frecuente
y rápido del piloto, así como a cometer errores
que en ciertos casos, cuando el avión se encontraba
dentro de una masa de nubes importante y continúa,
podía llevar a consecuencias irreparables.
A continuación explicaba las maniobras y las correspondientes
indicaciones observables durante las mismas, así
como las perturbaciones que son normales al volar con instrumentos,
como los derrapes, resbales de ala etc. Todo ese cúmulo
de indicaciones diversas a las cuales había que atender
casi simultáneamente apuntaba a la necesidad de un
instrumento integrado, sencillo, que presumiera la mayoría
en una sola presentación. Seguidamente explica las
ventajas e inconvenientes del Controlador “Pioneer”,
del Horizonte “Speerry” y finalmente del integral
Giroscópico “Haya”.
Con ese último se consigue:
“1. Conocer el ángulo de picado o encabritado
de 0º a 30º.
2. La inclinación lateral hasta 100º, dando
la cuantía la graduación superior de la esfera.
3. El viraje que está haciendo el avión; la
inclinación alrededor de los tres ejes del espacio
y además por el inclinómetro a bola, si el
viraje es correcto. Permite igualmente por el ajuste del
botón graduado, hacer planeos o ascensos sirviéndose
del horizonte artificial, de 0º a los 12º, pudiéndose
ampliar estos límites sencillamente.”
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LA MAYOR VENTAJA |
Según Alvarez-Ossorio “La
ventaja grande de este controlador es resumir todas las
indiciaciones en un solo indicador; por lo tanto, la reunión
de estos datos para interpretarlos (Trabajo mental que cansa);
pero sobre todo, la sencillez de expresión de este
indicador único, ya que es igual que continuar viendo
el capot del avión. Parece suprimir, por tanto, la
necesidad del largo aprendizaje del vuelo ciego y desde
luego debe dar más confianza por su sencillez e incluso
evitar una posible desmoralización del piloto por
excesiva fatiga en un largo vuelo adverso.
Los comentarios que el Teniente de Navío Alvarez-Ossorio
plasma en su informe sobre las pruebas en vuelo con el integral
son el mejor y más detallado relato de un vuelo instrumental
usando aquel artilugio, que sin embargo, simplificaba tremendamente
el trabajo del piloto, constituyendo un precedente directo
y genial de nuestros posteriores y actuales paneles instrumentales
típicos para vuelo IFR.
El programa propuesto fue:
Primera prueba.- En cabina cerrada, el señor Haya,
sin más controles de vuelo ciego que el totalizador
Haya (en el doblemando, yo). Comunicación acústica.
Deberá ejecutar el vuelo a las órdenes del
acústico. Vuelo recto. Vuelo en ascenso. Vuelo en
Planeo. Virajes en plano horizontal. Virajes en planeo y
ascenso. Espiral en planeo. Tantear algunas acrobacias de
posición.
Segunda prueba.- Capitán Haya en el doblemando
al descubierto. Yo, en cabina cerrada (a ser posible hasta
llegar a ejecutar el programa anterior).
Preparado el 31 de enero (se refiere a 1934) un avión
en el aeródromo de Cuatro Vientos, acordé
que antes de cerrar en vuelo la capota efectuase el Capitán
Haya el reglaje de colocación longitudinal y lateral
del instrumento. Una vez listo se cerró la capota,
efectuando absolutamente todas las pruebas acordadas, incluso
cinco “falso looping” alternativamente a un
costado y otro. Todo a mi entera satisfacción.
No hubo necesidad de alterar el reglaje de sensibilidad
del indicador giroscópico ni de los resortes que
verifican el retorno del aeroplanito a su centro.
Al despegar, ya el controlador funcionaba (se colocaron
los Venturis en la corriente de la hélice), por lo
que puede ser factible el despegue en niebla cerrada o noche
sin referencias exteriores en aviones de buen reglaje. Ordené
en diversas ocasiones ceñir los virajes, constándome
haber pasado de los 45º de inclinación lateral;
esto con objeto de comprobar si las aceleraciones o fuerza
centrífuga perturbaban algún giróscopo,
en cuyo momento faltaría la referencia suministrada
por él y se perturbaría la maniobra. Los virajes
se hicieron siempre correctamente, lo que pude comprobar
no sólo por mi visibilidad exterior, sino por un
controlador Aéreo que yo llevaba en mi cabina ...
Después de una hora aproximadamente de vuelo se tomó
tierra.
Por la tarde se verificó la segunda prueba. He
de hacer constar que las condiciones en que se hicieron
no fueron óptimas, pues yo desconocía en absoluta
aquél avión y, por lo tanto, su maniobra,
sus peculiaridades, mejor dicho, por lo que toda maniobra
me la tenía que regir en absoluto el controlador,
hasta al menor movimiento. También he de hacer constar
que dicho avión posee ciertas peculiaridades independientes
de la maniobra que me perjudicarían la conducción
del avión, como, por ejemplo, la enorme importancia
que el par giroscópico de las piezas en movimiento
del motor (principalmente cigüeñales, etc.)
tiene, perturban mucho en los virajes (picando y encabritando
al virar a derecha o izquierda, respectivamente) y en segundo
lugar, la tendencia de dicho avión a irse a la izquierda,
que precisa para su enmienda la continua presión
en el pedal derecho.
Ocupé el mando del puesto delantero, despegando,
volando y aterrizando con independencia.
Una vez tanteado brevemente el comportamiento en el aire
del avión, cerré la capota, empezando el vuelo
sin visibilidad. Los primeros minutos fueron de franca desorientación,
no por deficiencia del indicador, sino mía, por no
estar habituado a las correcciones necesarias a aquel aeroplano
para rectificar cualquier anormalidad registrada por el
controlador. Más tarde fui haciéndome con
el avión hasta corregir aceptablemente las desviaciones.
El manejo del controlador me resultó sencillo y agradable.
Finalmente, me propuso por el aviófono el señor
Haya una prueba, que por lo interesante acepté. Esta
fué: avisarme que cerrase los ojos a la vez que abandonaba
los mandos; tomarlos estos él, verificando varios
movimientos continuos anormales, con objeto de anular mis
reflejos y posible sentido de la orientación; dejar
el avión en posición notablemente incorrecta
avisándome que restableciese. Mi interés en
el resultado de la prueba eran garantías del cumplimiento
por mi parte de sus indicaciones. Cuatro veces repitió
la prueba para distintas posiciones, y en los cuatro momentos
me bastó una rápida ojeada al controlador
para darme idea de la posición del avión,
efectuando la corrección rápidamente.
Próximamente a los treinta y cinco minutos de vuelo
abrí la capota, emprendiendo el regreso al aeródromo,
dando por terminadas las pruebas del día.
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LA PRECISION DE UN OFICIAL DE MARINA |
La tercera prueba, de vuelo entre nubes,
se realizó al día siguiente, 1º de febrero
(1934).
Alcanzamos los 2.000 metros a que se encontraba el mar
de nubes, nos metimos en ellas en vuelo horizontal y con
la capota descubierta. Las nubes eran cúmulos y cúmulosstratos
a veces de grandes extensiones. El controlador marchó
perfectamente. El vuelo aparecía tan sencillo como
con horizonte visible y es posible que más perfecto
por la extrema sensibilidad de los controladores giroscópicos.
Posteriormente se hicieron ascensos, planeos y algún
viraje. No parece cansado el vuelo, dado el no tener que
efectuar ningún cálculo mental, sino sólo
ver la posición del aeroplanito sobre el índice
y horizonte análogamente al vuelo con horizontes
visibles.
Estoy, pues, plenamente satisfecho del funcionamiento
del controlador Haya, máxime por no precisarse instrucción
para su empleo y por la máxima sencillez con que
da idea de la posición del avión, lo que significa
una corrección muy rápida, cualidad de importancia
en los hidros y aviones pesados, donde un retardo en la
apreciación de la normalidad de la posición
puede tener fatales consecuencias. A los quince minutos
de vuelo en nubes se dio por terminada la prueba.
Acordada una cuarta experiencia, con el fin de apreciar
en la más absoluta realidad el comportamiento del
aparato Haya en viaje, y el grado de cansancio que pudiera
producir su uso prolongado, el 3 de febrero (del mismo año),
recibido el parte meteorológico, que acusaba un viaje
en medianas condiciones, despegamos del aeródromo
de Cuatro Vientos a las diez horas y diecisiete minutos,
con rumbo directo a Albacete.
A poco de salir cerré la capota, emprendiendo el
vuelo sin visibilidad. Próximamente a los veinte,
minutos de vuelo, el señor Haya, que actuaba de navegante,
corrigió la deriva producida por un fuerte viento
de través, dándome el nuevo rumbo, que conservé
siempre en vuelo ciego hasta Albacete. Llegamos a este punto
a las doce horas cinco minutos, y dado que no experimentaba
cansancio alguno después de una hora cuarenta y ocho
minutos vuelo sin visibilidad y considerando suficientemente
probado dicho controlador en vuelo de navegación,
abrí la capota, continuando el vuelo en estas condiciones
hasta rendirlo en la Base Aeronaval de San Javier a las
trece horas diez y nueve minutos.
A pesar del mal tiempo reinante en toda la ruta, frío
intensísimo y tiempo de “meneos”, y a
pesar de lo naturalmente incómodo de la conducción
bajo capota en tan largo tiempo, el pilotaje me resulta
sencillo, seguro y, como dije, nada cansado. Tengo por seguro
que el pilotaje con otro controlador, y por la necesidad
de ir traduciendo sobre los mandos el resumen de varios
indicadores me hubiera resultado menos agradable y sobre
todo más fatigoso.
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UN INFORME IMPECABLE |
Con toda la exactitud y la meticulosidad
de un perfecto oficial naval, Alvarez Ossorio, como resumen
de sus experiencias, no encontró en el Integral ningún
defecto básico o fundamental, ni observó ningún
defecto de aplicación, a pesar de que le hizo una
sugerencia práctica al señor Haya, y discutieron
sobre la posibilidad de añadir una curva para mejorar
la presentación en unas posiciones determinadas.
Haya había previsto esa posibilidad y de momento
prefiere la solución de disminuir la sensibilidad
del giro-rector. También observa la gran utilidad
para los hidroaviones y aviones pesados, pudiendo denotar
rápidamente cualquier anormalidad en la posición
del “aparato volador”, así como para
mantener la estabilidad al utilizar un visor de bombardeo.
Llevando incorporadas todas las indicaciones luminosidad
suficiente, la utilidad para el vuelo de noche es así
mismo enorme. Finalmente, la breve instrucción requerida
para su uso le pareció una ventaja admirable a la
par que le pareció no precisar en este caso el reentrenamiento
indispensable en los demás controladores, para no
perder el hábito de su uso.
Así terminaba el curioso y detallado informe del
Teniente de Navío Antonio Alvarez Ossorio, marino
que poco después sería muy notorio por su
participación en la polémica escrita mantenida
a través de la Revista Aeronáutica, sobre
la Aviación Independiente, contestada en la Revista
General de la Marina y otros órganos de prensa del
momento, y en la cual participaron ilustres aviadores.
El primer folleto anunciando el Integral Giroscópico
de Vuelo “Haya”, está editado en Madrid
en 1933 por la casa Telmar y contiene una fotografía
de la primera versión del instrumento, junto con
una breve y sencilla descripción general y técnica,
un esquema de las indicaciones más normales en 25
posiciones de un avión equipado con el Integral,
así como las ya citadas ventajas del mismo.
A partir de febrero de 1935, se publica un anuncio mensual
en la Revista Aeronáutica del Integral Haya. En él
aparece una fotografía de la primera versión
del Integral, así como el esquema de las posiciones
indicadas posibles. Ese anuncio estuvo saliendo invariablemente
durante todo el año 35 incluido diciembre. En enero
de 1936 comienza a plasmarse en la misma revista un anuncio
promocionado por Marconi Española, que había
recogido la patente concedida por el inventor a la firma
Telmar. En este se puede observar una foto de una versión
del instrumento más modernizada, con una presentación
atractiva y práctica, pero conservando su gran sencillez
y limpieza de diseño. El último anuncio apareció
en el número de julio de 1936.
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APLICACIONES DEL VUELO INSTRUMENTAL |
Como resumen del pensamiento tan práctico
de Haya sobre el tema del vuelo instrumental apoyado en
su instrumento integrador, citamos aquí algunas conclusiones
y las sabias observaciones que hacía en su artículo
sobre Vuelo sin Visibilidad de mayo de 1935.
Después de hacer un breve repaso a los primeros
giróscopos aplicados al vuelo desde los comienzos
mismos de tal actividad, se detiene en los primeros vuelos
sin visibilidad realizados en España a partir de
1927. Pese a que emplea continuamente una modesta primera
persona del plural, sabemos que él era quizá
el motor de casi todas las iniciativas sobre el asunto.
Se extiende en las ventajas que para una Fuerza Aérea
tiene la posibilidad del vuelo todo tiempo y pasa a glosar
las diferencias entre el vuelo sin visibilidad y el vuelo
con instrumentos pero en condiciones reales de nubes, niebla
o noche cerrada. Describe los primeros vuelos norteamericanos
en condiciones de mal tiempo, especialmente las durísimas
experiencias meteorológicas de los pilotos del Correo
Aéreo norteamericano así como las primeras
demostraciones de despegue y aterrizaje dentro de la capucha,
realizadas por el Teniente James H. Doolittle, así
como las llevadas a cabo por el Capitán A.F. Hegenberg
dentro de la “capota”.
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PIONEROS EN ESPAÑA |
Alaba la disposición del tablero
americano de instrumentos, por la fiabilidad que le asignaba
al sistema mixto y relata como se concibió en España
en 1927 un panel de instrumentos similar a aquél,
explicando sus ventajas y citando su empleo en el vuelo
Sevilla-Guinea del Breguet 71, comprobando su facilidad
de uso “pues nos permitió volar toda la noche
con escasa visibilidad sin fatiga alguna.
Se extiende Haya en la descripción de los instrumentos
de altimetría, los diferentes anclajes de los tableros
y su amortiguación, la exactitud de los indicadores
e incluso uno de los primeros Pilotos Automáticos
de concepción inglesa. A continuación relata
varios accidentes ocasionados por una falta de adecuados
conceptos en el vuelo instrumental y en nubes.
En cuanto al tablero y al precioso instrumento que él
había ideado, al compararlo con otros más
complicados observa:
“Estos tableros con tantos instrumentos, el efecto
que produce el mirarlos no puede ser más escalofriante
y capaz de atemorizar al piloto más audaz. Con razón
un técnico francés en “Les Ailess”
llama a este modo de pilotar hacer el “Hombre-Orquesta”.
A estos tableros, que son modelo de cariño y de estudio,
les falta una cualidad para ser perfectos, y es la sencillez,
sin cuya cualidad el vuelo sin visibilidad no dejará
de ser una complicación.
Es necesario simplificar más el vuelo sin visibilidad,
sin perder la seguridad (se entiende), de forma que pueda
ser practicado por todos los pilotos y deje de ser privativo
de unos pocos. Hacia este punto de vista se tiende actualmente,
y son numerosos los instrumentos giroscópicos que
con el nombre de integrales tratan de conseguir que el vuelo
sin visibilidad se realice en la misma forma que el vuelo
con visibilidad.”
“Podemos decir que con uno de estos instrumentos
(me refiero a los integrales giroscópicos) basta
él solo para volar sin visibilidad, y los demás
instrumentos, anemómetros, altímetros, se
deberán utilizar en la misma forma que en el vuelo
con horizonte natural; se ha suprimido, por consiguiente,
ese “haz” de miradas que había que lanzar
simultánea y constantemente a tantos instrumentos,
y con los cuales sólo con un gran entrenamiento y
una cabeza a “prueba de bomba” era posible sostener
un vuelo sin visibilidad de alguna duración. Vamos
a resumir diciendo que para volar sin visibilidad podemos
hacer un buen cuadro de instrumentos de la mayor sencillez
y aplicable a cualquier tipo de avión grande o pequeño,
pues el problema del vuelo sin visibilidad para ambos es
el mismo, con un integral giroscópico un altímetro
de precisión (que suprime además el Variómetro)
y los demás instrumentos de vuelo, anemómetros
(protegidos contra la lluvia y el hielo) e indicadores de
motor.”
El Integral Haya se utilizó en nuestra aviación
hasta el comienzo de la Guerra Civil, durante la cual la
mayor parte de los aviones empleados, tanto alemanes como
italianos, rusos o franceses, no llevaban nada ni remotamente
parecido a un Integral Giroscópico. Según
fuentes no verificadas documentalmente, fue cedida la patente
al Gobierno de la República Española por su
autor en fecha no determinada anterior a la contienda, y
la explotación del magnífico invento creemos
que quedó truncada por el conflicto que asoló
a Nuestra Patria del 36 al 39, a pesar de que estaba patentado
y en regla su documentación.
La casa Sperry norteamericana, que producía diferentes
instrumentos giroscópicos desde hacía años,
no había sacado nunca al mercado un indicador tan
sencillo y brillante como el Integral, y al poco tiempo
de aparecer éste, comenzó a producir modelos
más perfeccionados y básicamente similares
al Integral Haya.
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